No vine a pedirte perdón.
Acá el bondi es descarnado
y ejerce su derecho de ser
fuerza, puente o ventana.
O grito.
Pero nunca perdón,
que es el borde del olvido.
No te debo nada.
Te dejé las manos de tierra,
las de pasto,
las de piedras y carcajadas.
De música.
Un arcón de cosas
tontas y chiquitas.
Universales.
Ternura con vista
al Riachuelo,
dos ambientes sin expensas
y una guitarra.
Tres o cuatro tangos desafinados.
Una zamba.
Las comidas mas ricas
del mundo.
Tu cuerpo
adentro mio
con olor a luna.
Con sabor a magma.
No te debo nada.
Ni disculpas.
Ni la entrega.
Ni el deseo profundo de volverte niebla.
A vos, madrugada del tiempo
de los tiempos,
batiscafo de mis fantasías.
Si todo fue como un árbol.
Si, como un árbol
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