sábado, 31 de mayo de 2014

Bienaventurados los que han vivido su tango porque de ellos sera el reino del barro que se subleva

"Yo me emborracho por ella.
Y ella quien sabe que hará"
La última copa - Caruso/Canaro

Seres sin fuerza
tropezaron débiles
sobre los desencuentros
arrastrando palabras,
manos, sinfonías ebrias.
Nostalgias ladinas,
escondidas en el tango.
Perras.
Traen a la rastra perfumes intáctos,
siniestros.
Bellos.
Sin más pretérito
que una vulgar borrachera.
¿Qué otoño esta noche
resbalará en tu espalda
hasta lograr el sueño?
¿Qué color tendrá tu voz
ahora que no me nombra?
Y tu risa,
tus caderas,
tus piernas infinitas,
tus ojos.
Nada existe.
Todo vos sos la sombra
de la sombra
del recuerdo que construyo.
De la música que ya no es
y nunca más es la única certeza.
Nunca.
Jamás

No me gusta que te calles

Me gusta cuando gritas
porque estas como vivo
y tu voz me penetra
y tu grito es historia.

Me gusta cuando gimes
y te haces presente
de todas las maneras,
las posibles y no,
en este Universo
que se rinde
ante tus manos.
Ante todo tu grito
que es sol
y es pájaro.
Aquel que nunca calla
Acuerdo pagano entre tu voz
y la belleza de tu boca.

No te calles
porque estas como vivo
y tu voz me penetra.
No te calles

No me perdones nada

No vine a pedirte perdón.
Acá el bondi es descarnado
y ejerce su derecho de ser
fuerza, puente o ventana.
O grito.
Pero nunca perdón,
que es el borde del olvido.

No te debo nada.
Te dejé las manos de tierra,
las de pasto,
las de piedras y carcajadas.
De música.
Un arcón de cosas
tontas y chiquitas.
Universales.
Ternura con vista
al Riachuelo,
dos ambientes sin expensas
y una guitarra.
Tres o cuatro tangos desafinados.
Una zamba.
Las comidas mas ricas
del mundo.
Tu cuerpo
adentro mio
con olor a luna.
Con sabor a magma.

No te debo nada.
Ni disculpas.
Ni la entrega.
Ni el deseo profundo de volverte niebla.
A vos, madrugada del tiempo
de los tiempos,
batiscafo de mis fantasías.
Si todo fue como un árbol.
Si, como un árbol

Querer o no en tiempos de esperanza

"La quiso con el triste amor que 
nos inspiran las personas que no nos quieren"
Borges
Le corrió el pelo.
Le besó la frente.
La abrazó fuerte,
desarmandose.
Abrió la puerta
sosteniendo el tiempo,
volviendolo todo espacio
entre el flequillo y su cuerpo.
Quiso alcanzarla,
encontrar la palabra
que la pusiera de espaldas,
que construyera su sexo,
que la llame desde otra altura,
con otros nombres.
Y es solo eso,
los otros nombres
que no llegaran nunca a su boca.
Nunca.
Ni ahora.
Ni mañana.
Ni nadie