Parece mentira, pero cuando los años van pasando el miedo a volver a querer es cada vez más grande. Porque es eso mismo…volver.
Volver no es lindo. No a mi Buenos Aires Querido, ni a Paris, ni a ningun lado.
Entonces pensar en volver ya en si es traumatico. Uno lleva cargado varias rupturas, alguna más dolorosa que otra y otra insoportablemente dolorosa más que algunas.
Pero, deteniendonos un momento, respirando hondo y mirando alrededor, que otra nos queda, manga de cagones? Que oportunidad mistica tendremos con garantia y todo de que las cosas no salgan mal?
NINGUNA. La vida termina en la muerte. Pero no existiría la vida sin la muerte misma, o no?. De una u otra forma las relaciones se acaban. A las puteadas, de viejitos despues de 66 años de matrimonio, subiendose a un micro; todo, todo se termina perogrullando a Vox Dei.
Entonces, Darling, para que tanto dilema!!
El peor pecado capital es irnos de aca sin haber amado tantas veces como hayamos podido. Hacer cosas de chicos siendo grandotes y boludos. Padecemos el razonamiento cuando en realidad es nuestra gran virtud. Si sabemos que se acaba, que sea eterno mientras dura. Que nos regalen flores que se marchitaran y alfajores que seran comidos con deleite. Besos que tampoco seran eternos nos llenaran los labios de fluidos compartidos. Caricias que terminaran en algun momento de la tarde nos quitaran el dolor de espalda. Mates que se enfriaran nos daran la bienvenida al dia. Haremos el amor sabiendo que sobrevendra el orgasmo para “aniquilar” la pasión. Y nos diremos “Chau” con cada despedida sabiendo que mañana, despues del trabajo, despues de la rutina, de las caminatas, de los enseres cotidianos, de las molestas responsabilidas volveremos a encontrarnos eternemente en otro beso que acabara en otro beso. En un mimo que acabara en otro mimo. En un mate a punto sin importar la temperatura del agua.
Y algun “Te quiero”
1 comentario:
No sé... No me convence... De acuerdo con eso de quemar los fósforos porque si no se humedecen, irremediablemente. Pero en realidad no se vuelve; jamás se vuelve. La vida (como las líneas en geometría) es una sucesión continua de puntos sin retorno. Avanzás y no tenés oportunidad alguna de retroceder. El tiempo es una entelequia y la pretensión del retorno (aunque sea "volver" a amar) una metáfora del fracaso. Sólo se hace o no se hace; las cosas suceden y es muy poco lo uno puede hacer al respecto, al menos concientemente. Sé que suena a una especie de teoría azaroza, pero en este momento (en este preciso momento) creo que así viene la mano. Es decir, ni siquiera hay posibilidad de "avanzar", de "esperar", de "desear", sino en el sentido carnal, concreto del tema: avanzás cuando caminás o corrés; esperás cuando te sentás; deseás cuando anhelás físicamente al ser humano en el que depositás tu ansia. Digamos que, de algún modo, sólo eso te redime, nos redime. Y, para terminar, dos cuestiones finales, ajenas a cualquier filosofía existencialista: no es "perogrullando" sino parafraseando (Perogrullo no hubiera dicho lo de Vox Dei ya que, como ves, el asunto conlleva bastante debate), y podés "terminar" a las puteadas, pero sin defraudar a nadie. El asunto se resume en que nadie salga lastimado...
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