sábado, 20 de octubre de 2007

Como sábanas blancas después del amor

"Cuantos besos me perdí por no saber decir te necesito." ( Joaquin Sabina )


La sonrisa es unívoca a la hora de manejar el resultado de un momento anhelado. Ella expresa el acierto o no de un gesto, de una mano tendida, de una susurro, de una canción a media voz, de un instante que deseamos eterno. La sonrisa es la única verdad en medio de tanta máscara carnavalesca a la que estamos acostumbradonos con el paso de los años. La sonrisa se escapa sin pedir permiso, se disuelve en brisa, se congela en el calor de una caricia en la espalda. La sonrisa no conoce mentiras ni engaños, sabe que no puede ser concebida sin sinceridad.

Esa sonrisa tuya que entro a hurtadillas como ladrón en la noche, “con un poema y un trombón a desvelarme el corazón”. La que no sabia de tu arrepentimiento ni de mi suspicacia. La sonrisa que no conoció fronteras ni prejuicios, ni morales burguesas, ni Cronopios ni Famas.


Sobre todo, no conocio Esperanzas.

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