El Cristo roto, la
nueva novela de Marcelo Rubio, es un ejercicio delicado sobre el cómo
desarrollar una historia interesante en una síntesis exacta. No hay imágenes de
más, no toda la información será dada al lector (una confianza hacia nosotros
que debemos agradecer), las bondades y sus reversos no son absolutos. Las
apariencias de cada personaje no son más que máscaras que representan ese
extenso carnaval que es la convivencia en un pueblo pequeño, con acciones
pequeñas, con universos definidos, con secretos profundos. Nada que envidiar a las grandes ciudades, solo que en la inmensidad de
individuos, esas grandes tragedias escondidas en la máscara logran disimularse
mucho mejor.
Si la idea de una historia que acontece en un pueblo nos
remite a cierta literatura específica (como Osvaldo Soriano), Marcelo Rubio
encuentra otra posibilidad, más cercana a la poesía, a la construcción poética
del pensamiento interno; reafirmando desde la belleza las rabias de un país
aislado en sus partes desde que las venas ardientes de los carriles del tren
fueron desbastadas.
Pero no es una historia de trenes, aunque también.
Un restaurador será convocado por el intendente de un lugar
que podría ser cualquiera, para recomponer la imagen de un Cristo particular.
Un Cristo que contiene en sí los intereses más altos de cada persona en ese
pequeño pueblo. Desde las necesidades terrenales y concretas, que preanuncian
un futuro próspero y salvador (sobre todo para el intendente y el cura), hasta
las necesidades del alma, esas que no suelen pesar más que en la balanza pequeña
y frágil de la vida propia.
La blasfemia y los milagros no son para cualquiera. Hay que
merecerlos. La magia es un delicado mecanismo de azares que solo se muestra
ante los ojos agotados de observar la vida desnuda de misterios. Marcelo Rubio
logra en su literatura componer el misterio y la fe, los sacude del polvo de la
vulgaridad, y nos brinda un viaje veloz, fílmico, amable, intenso.
Como los trenes, aunque no sea una historia de trenes.
Pero también.
María Negro
El Cristo roto, de Marcelo Rubio
Editorial También el caracol (2019)