Hay un capitulo de Los Simpsons donde Bart se enamora de una
chica mayor que él. Ante el rechazo , el sueña que ella le mete la mano en el pecho y le arranca el corazón arrojandolo contra una pared.
Yo se lo que se siente.
chica mayor que él. Ante el rechazo , el sueña que ella le mete la mano en el pecho y le arranca el corazón arrojandolo contra una pared.
Yo se lo que se siente.
Sin muchos mas preambulos, el corazón roto debe ser uno de los dolores más insoportables que le ocurren a nuestro cuerpo y a nuestra razón. Ese dolor en el pecho, justo en el medio, es físico. No hay mentiras en esto, duele como la puta madre y el ahogo es tan grande que a veces falta el aire.
Soy la sobreviviente de un amor que me hizo mierda. De esas pasiones que no conocen la razón, que nos empujan hasta la denigración de rogar la mentira antes de la espantosa verdad, del llanto sin pudor, la desnudez de la mirada perdida de comprobar que no hay droga que nos saque lo suficiente de la realidad, de la soledad en la luna de valencia.
Soy la que se levantaba y se acostaba temblando hasta los huesos esperando el momento en que por fin pudiera despertar de esa suerte de pesadilla interminable.
Soy la que se desangraba recordando los detalles mas tiernos, mas conmovedores. Las instantaneas más bellas de ese rato en el que jugue a la eternidad.
Soy la que se emocionaba al rozarte, la que se conmovia con una sonrisa chiquita que sospechaba para mi.
Soy la que se esmeraba en agradarte, la que buscaba encontrarte.
Soy la que redescubrio el sol sin vos y le dolia.
Soy la que se desperto de llover y sobrevivio.
Soy la mujer que más te amo en tu vida.
Soy la mujer que más te esmeraste en herir.
El sentirse desintegrado, ese debe ser el adjetivo mas pertinente. Torturandose de manera continua sobre donde se equivoco uno para perder tanto!! Es tan espantoso, que uno de pronto comprende a todos los Romeos del mundo, a los suicidas, a los asesinos, a los locos.
El abismo se acaba. Amanece y nos duele menos. Y un día cualquiera nos sorprende no estar tan heridos, no sentir ese ardor. Y duele un poco porque nos sabemos más lejos, pero a las brasas no vuelve nadie que las haya saltado. Entonces, el camino incierto de la recomposición del alma.
Más sabios.
Más viejos.
Más cautelosos.
Todo el tiempo sacandole hojas al corazón que habremos sabido levantar del piso, golpear suevemente con la realidad para que arranque de nuevo y colocar en su lugar.
Eso si, un poco menos a mano.