"Mi barrio fue una planta de jazmin"
(Eladia Blazquez - Mirando la Sur)
Como si poca presión ejercieran estas malditas epocas de balances de fin de año, vine a pescarme una fiebre de cuatro días que me dejo patas para arriba y muuuuuucho tiempo para pensar. Revisar papeles viejos, fotos viejas, flores viejas y hasta un tuquero viejo que no encontraba aparecio, vacio y moribundo.
A una que, como ya he dejado en claro, no le da placer "volver" (sin detalles filosóficos completamente discutibles en los que no voy a ahondar porque no discuto con quienes creen en el destino) esto es como ver una pelicula repetida sin que sea del todo una de Enrique Carreras aunque bastante parecida a una de Woody Allen.
Siempre me dio pavor empezar a balancear los años. Siempre me sono a asiento contable de oficina y eso es algo que poco tiene que ver conmigo, pero se ve que los 30 pegaron jodido y me encontre de golpe y porrazo buscando algun disquito de Silvio Rodriguez para poner musica de fondo y lagrimear tranquila.
Extrañando a Loma Hermosa, aquella de Chela y Maria Luisa. Pilar reclamando el pago de la luz (que jamás pagó); los gritos insufribles del Chancho Negro, mezcla de birra, risotada y Beto Orlando. El salame con queso fiado de Marcelo. El 670 que jamás venía cuando uno estaba apurado. Al borracho que le faltaba un brazo completo y se abrazaba (como podía, obvio) a la virgen de la placita preguntandole porqué. Los Melbour (tambien fiados) de Samy.
¿Cómo puede ser que uno extrañe cosas que no parecen muy extrañables asi contadas?
Porque si, porque es el pequeño tango que, modestamente, uno se dio el lujo de vivir.
Un lugarcito en la tierra que a veces me llama y tiene cara de papá, de Naldo con mocos, de mamá gorda y permanente, de Tiago bebé. De David en una casita azul, de David con pelo largo, de David con pechera del Polo, de David recortando fotos, de David cocinando tortas fritas.
De David.