miércoles, 13 de agosto de 2008

Aquelarre de Arlequines

A Melushka,
cuando ya no tiene ningún sentido
pedir perdón por la demora

Yunta de brujas horrorizadas que sabían todo y no dijeron nada de este chau abrupto y decidido.
Tan tuyo como no podía ser de nadie.

Melanie nena jugando a la actriz, placenta de la belleza etrusca que cuestionaba sin pudor porqué a los ocho años se es muy pequeña para amar con el alma y el cuerpo.
Ese instante de inflexión te convirtió en Melushka y te gusto tanto ser "la Melush" que te sentaste a reír en remera ajena y bombacha con una bocaza llena de dientes y un mate amargo casi tibio que yo te vi cebarle feliz a mi amigo.
Melushka con blusita hippie y vegetariana. Melanie encandilada de Altamira. Melushka conmovida por Cortázar, el Julio que te metí por todos los ojos de esta inmensa literatura. Y Borges, claro. Y Zeppelin. Y Floyd; devorando bibliotecas de Babel y discos de vinilo que todos queremos robar pero solo tenían música y letra para vos.
Hasta una Plaza de Mayo ocupada y roja que te abrazo mujer sin importarle los edictos y el estupro.

Hay un lugar tan grande para el dolor que no cabe en tinta ni teclado.
Acá solo te puedo encontrar bella, con ojazos prolongados y bifocales para mirar mejor los otros ojos, los que te preocupaba ver bien, los de Exupery, los que son invisibles.
Acá tenés un pantalón azul y sandalias y ganas de tararear Sabina y un gorro mio que suele quedar ridículo.
Estas tan bella Melush con dedos largos, pelito llovido, hija de las flores.
Anda a saber que Rayuela andas jugando, cuánto sol harás rodar para imponerle a este invierno primaveras de prepo para quitarnos un poco tanto frío y tanta lluvia.
Y seguir dándonos felicidad contra todos los pronósticos meteorológicos y un tren que sigue siendo inexplicable.